En los últimos años, la DGT ha venido haciendo campañas intensivas para la mejora de la seguridad vial. La instauración del carnet por puntos así como la incidencia en la no conducción bajo los efectos del alcohol y otros estupefacientes han sido medidas acertadas que han bajado el índice de mortalidad en nuestras carreteras españolas.
Queda mucho aún por hacer, pero entre las grandes asignaturas pendientes está la prohibición de circular con más de 1/5 del volumen total del coche cargado encima del mismo en forma de bultos sobre la baca o dentro del mismo turismo. No es de recibo que no se permita circular a más de 80 por una autovía porque hay una pendiente del 6% y sin embargo se pueda llenar el coche por dentro de ropas y enseres, tapando cualquier forma de visibilidad en el espejo interior (que por ahora es obligatorio) y aumentar el volumen del vehículo hasta casi el doble atándolo a la parte superior del mismo.
Así mismo, tampoco parece muy coherente que puedas coger el coche en París a las ocho de la mañana y no dejar el volante hasta llegar a Buitrago de Lozoya allá para las ocho de la noche. Conducir cansa y a partir de las tres horas de viaje, los reflejos disminuyen y más si además de ir pendiente de la carretera, tienes que ir pendiente del coche de delante y de de detrás para no perderlos de vista.
Y es que, el domingo cinco de julio hubo más de cuarenta kilómetros de retención en la carretera de Burgos entre Santo Tomé del Puerto y La Cabrera y no entendía muy bien como una autopista con dos carriles se puede colapsar de tal forma, hasta que ayer, viniendo de Burgos pude padecer en mis propias carnes una conducción pesada, temeraria y desquiciante. Conducción pesada porque el tráfico era intenso, temeraria porque esos coches cargados de forma que el tubo de escape se queda a diez centímetros del suelo, encima llevan una prisa de tres pares de narices, adelantan sin mirar y en bloque (dos o tres coches a la vez) y desquiciante porque no eres capaz de prever lo que va a suceder. Como no puedes pasar de 120 Km/h, les adelantas subiendo y cuando estás en el llano o bajando te pasan a 140 por hora porque saben que la multa nunca llegará a su destino. En 220 km, les pasas dos, tres y hasta cinco veces y te pasan otras tantas. Cuando te ponen el intermitente y tu estás adelantando, mejor dejarles pasar porque van a salir de todas formas. Eso acaba irritándote de tal forma que te desquicias y acabas conduciendo igual o peor que ellos.
No es cuestión de razas, ni de sexos, es cuestión de que no quieren perder ocho días, entre ida y vuelta, de vacaciones en la carretera. Y no se dan cuenta que muchas veces, pierden las vacaciones enteras cuando no toda la vida.La solución no es fácil pero creo que la DGT debería tomar cartas en el asunto.
Queda mucho aún por hacer, pero entre las grandes asignaturas pendientes está la prohibición de circular con más de 1/5 del volumen total del coche cargado encima del mismo en forma de bultos sobre la baca o dentro del mismo turismo. No es de recibo que no se permita circular a más de 80 por una autovía porque hay una pendiente del 6% y sin embargo se pueda llenar el coche por dentro de ropas y enseres, tapando cualquier forma de visibilidad en el espejo interior (que por ahora es obligatorio) y aumentar el volumen del vehículo hasta casi el doble atándolo a la parte superior del mismo.
Así mismo, tampoco parece muy coherente que puedas coger el coche en París a las ocho de la mañana y no dejar el volante hasta llegar a Buitrago de Lozoya allá para las ocho de la noche. Conducir cansa y a partir de las tres horas de viaje, los reflejos disminuyen y más si además de ir pendiente de la carretera, tienes que ir pendiente del coche de delante y de de detrás para no perderlos de vista.
Y es que, el domingo cinco de julio hubo más de cuarenta kilómetros de retención en la carretera de Burgos entre Santo Tomé del Puerto y La Cabrera y no entendía muy bien como una autopista con dos carriles se puede colapsar de tal forma, hasta que ayer, viniendo de Burgos pude padecer en mis propias carnes una conducción pesada, temeraria y desquiciante. Conducción pesada porque el tráfico era intenso, temeraria porque esos coches cargados de forma que el tubo de escape se queda a diez centímetros del suelo, encima llevan una prisa de tres pares de narices, adelantan sin mirar y en bloque (dos o tres coches a la vez) y desquiciante porque no eres capaz de prever lo que va a suceder. Como no puedes pasar de 120 Km/h, les adelantas subiendo y cuando estás en el llano o bajando te pasan a 140 por hora porque saben que la multa nunca llegará a su destino. En 220 km, les pasas dos, tres y hasta cinco veces y te pasan otras tantas. Cuando te ponen el intermitente y tu estás adelantando, mejor dejarles pasar porque van a salir de todas formas. Eso acaba irritándote de tal forma que te desquicias y acabas conduciendo igual o peor que ellos.
No es cuestión de razas, ni de sexos, es cuestión de que no quieren perder ocho días, entre ida y vuelta, de vacaciones en la carretera. Y no se dan cuenta que muchas veces, pierden las vacaciones enteras cuando no toda la vida.La solución no es fácil pero creo que la DGT debería tomar cartas en el asunto.