lunes, 22 de noviembre de 2010

Treita y cinco años es mucho

Ayer se celebraron 35 años de la coronación del Rey. Coronado por las Cortes franquistas, treinta y cinco años después, parece que algunas cosas no han cambiado mucho. Uno no puede meter un crucifijo en el horno en plan broma, porque una asociación de fascistas te lleva a los tribunales. Tampoco puedes ordenar el levantamiento de tumbas de los fusilados por quién le traspasó los poderes, ni abrir caso judicial contra los responsables del golpe del 36 porque la misma asociación de fachosos, acompañada por algún que otro juez que se dice demócrata, acaba haciéndotelo pagar expulsándote de la judicatura. Si proclamas públicamente que quieres la paz en Euskadi y que para ello, es posible que haya que ser “generoso” con los asesinos, los mismos fachos acompañados de los otros del Partido Patrincar te denunciarán por apología del terrorismo y acabarás en la trena. Un individuo con gafas de mafioso, hijo y nieto de franquistas, sigue mandando en Castellón, haciendo, deshaciendo y viviendo a cuerpo de rey a pesar de estar imputado por tráfico de influencias, cohecho, evasión de impuestos, malversación de fondos públicos, delitos contra la salud y no sé si algún otro más. Hay un Partido Político, precisamente que niega la condena del franquismo, involucrado en el mayor escándalo de corrupción de la historia de España. Parece como si el partido en si, estuviera confeccionado para la corrupción. En fin, que desde ese punto de vista, todo sigue atado y bien atado. Los de siempre, siguen campando a sus anchas y haciendo negocio a cuenta de la administración y del dinero de todos.

Pero no todo ha sido malo. Hay cosas que han sido peores. Aguantamos a una familia que vino a este país con una mano delante y que ahora no somos capaces de conocer cuánto dinero del erario público se gasta. Aguantamos que en estos treintaicinco años se haya rodeado de cortesanos envueltos en escándalos financieros: Manuel de Prado y Colón de Carvajal, Mario Conde, Javier de la Rosa, etc. Aguantamos un golpe fingido en el que efectivamente se le dio el golpe a la incipiente democracia.

Y es que, frente a lo que decía ayer en la SER el cortesano Miguel Ángel Aguilar, yo no le doy las gracias. Porque la citada estabilidad no existe, porque todo estuvo y está, atado y bien atado por los servicios secretos americanos y porque nos trajo un sistema pervertido en el que el humo, la publicidad y el dinero es quién pone y quita presidentes. Porque los que nos jodieron la vida durante cuarenta años, nos la siguen jodiendo.

El decreto de Esquilache fue la última decisión moderna y europea que se ha dictado en España. Falta una toma de la bastilla y falta una ruptura definitiva con el régimen del general eunuco, asesino y genocida.

Advierto que este post está escrito con toda la demagogia posible. Que me declaro abiertamente republicano y abogo por la ruptura y no por el consentimiento. Todo lo demás es subjetivo pero real como la vida misma.

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Imagen: Eneko

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