viernes, 10 de diciembre de 2010

De deportistas, EPOS, clembuteroles y sangres

Últimamente se habla mucho y mal de la marca España. El follón montado por los controladores en el puente, dicen los más recalcitrantes nacionalistas que ha supuesto un varapalo a dicha marca. También los numerosos casos de dopaje en los que, los hasta ahora idolatrados como españoles de bien, deportistas de élite, se han visto envueltos (el último en una operación policial llevada a cabo ayer), dicen también los numerosos periodistas bélicos (digo deportivos) que están acabando con dicha marca.

No sé si es que yo soy un tipo raro, pero a la hora de viajar nunca me he planteado al elegir destino si el país en cuestión tiene 30, 60 y 100 días de huelga al año. Si los deportistas son todos unos yonkis o si la gente es más o menos comprometida. Si me preocupan temas como la seguridad, las costumbres o la delincuencia que pueda haber en el país de destino. Me pregunto también, por ejemplo, porqué todo el mundo quiere viajar a los Astados Unidos con esos test estúpidos que te hacen para darte el visado.

Quizá tenga mucho que ver que yo soy pobre y siempre viajo en clase turista. Y que quizá los prohombres ricos se fijen más en todas esas cosas que dicen los patriotas de hojalata o pacotilla.
Pero, también me pregunto, que si estos magnates del dinero, piensan en estas cosas, que les pasará por la cabeza cuando un cantamañanas, expresidente del país al que pretenden viajar, con síntomas de tener el cuerpo dañado por el exceso de clembuterol y el minúsculo cerebro embutido en una melena grasienta, se dedica a soltar pestes del gobierno de su país y de sus gentes. ¿Eso no va contra la marca España?

Pero lo que más gracia de todo me hace es como son capaces de alabar las excelencias de los deportistas españoles cuando ganan. Todos (al igual que los famosos o los miembros de la casa desleal) son superguapos, superinteligentes, superelegantes, supertodo. Sin embargo, cuando presuntamente les pillan con el carrito del EPO, se bajan enseguida del carro y acaban llamando de todo a los deportistas menos bonitos.

Como no soy médico, no sé de los peligros de oxigenar la sangre para usarla justo antes de una competición deportiva. Pero como me gusta el ciclismo, no puedo entender que alguien piense que se puede subir La Madelaine, el Tourmalet, el Telegraf o Alpe D’Huez, algunos de ellos en el mismo día y aguantar veintiún días de competición comiendo espaguetis y barritas energéticas.

No estoy a favor de las drogas ni de los productos que puedan suponer un peligro para la los deportistas, pero que 0,00000000005 gramos de clembuterol sea considerado positivo no sólo es rizar el rizo, sino que el consumo, por ejemplo de 5 cigarrillos diarios es bastante más peligroso en nicotina consumida.

Por último, si tanta ventaja tiene que te saquen sangre cuando has estado en altura (o sea que está más oxigenada) y que te la vuelvan a transferir al comienzo de la etapa reina del TOUR, que se lo hagan a cualquiera de los minuciosos jueces que viven del antidopaje y que les den una bicicleta a ver si son capaces de acabar de subir siquiera el primer puerto.

Los campeones lo son por que entrenan más horas que nadie y por unas condiciones físicas que les hacen campeones y no por el clembuterol, la sangre transferida o la EPO.