lunes, 10 de enero de 2011

Salvapatrias: asesinos en la sombra

Tras la multitudinaria manifestación en Bilbao para reclamar que se respeten los derechos de los presos de ETA, en la que el sábado miles de personas exigieron a los gobiernos de España y Francia que apliquen a los reclusos de la banda terrorista una nueva política penitenciaria, el hooligan del Partido Patrincar y secretario de comunicación dijo que “manifestarse a favor de los asesinos de ETA es como manifestarse a favor de los maltratadores, de los violadores o de corruptores de menores" y que "nadie podría poder manifestarse en España a favor de los delincuentes". Olvida el secretario de los trincosos, las numerosas manifestaciones a las que ellos han asistido a favor del franquismo, o a favor de sus numerosísimos implicados en la Gürtel. Todavía está por verse en este país que los trincosos condenen el golpe de estado del 36 y los casi cuarenta años de régimen criminal del eunuco genocida.

Ya he dicho alguna que otra vez, que las víctimas del terrorismo sólo son eso (que no es moco de pavo) pero nada más. No se pueden establecer políticas penitenciarias, negociaciones o cualquier otra actuación del gobierno que impliquen políticas nacionales y actuaciones para todos los ciudadanos acordadas, negociadas o salidas directamente de un colectivo mínimo, en su mayor parte de una tendencia política cercana a la extrema derecha y cuya vida, a partir del punto de inflexión de la pérdida de su ser querido, se basa en el resentimiento y el “ojo por ojo”. Si a los padres y madres cuyas hijas han sido asesinadas por energúmenos desquiciados, no se les hace demasiado caso a la hora de recoger sus peticiones de pena de muerte, no entiendo porqué hay que negociar con quienes ha perdido un hermano, un hijo o un padre asesinado vilmente por otro tipo de asquerosos asesinos, pero ni mejores ni peores que los anteriores.

Por otra parte, ya empieza a ser, aparte de molesto, peligroso que los salvapatrias de turno, nos digan lo que podemos o no podemos hacer y que, todos los que en esto no comulgamos con su pensamiento seamos considerados amigos o pro-etarras. Los que, condenando la violencia y el terrorismo como lo condenamos, creemos que para una salida eficaz, duradera y definitiva del problema creado por los etarras, debemos de ceder en cierta forma y negociar, no tenemos porqué ser considerados ni etarras, ni delincuentes, ni mucho menos amigos de los asesinos. Aquí, y en el mundo entero, todos sabemos quiénes son los delincuentes, los que roban e incluso asesinan para que sus ideas se impongan por la fuerza. No hay nada más que ver lo que ha pasado en Arizona, dónde un desquiciado niñato seguidor del Tea Party, se ha cepillado a siete personas pero cuyo primer objetivo fue la senadora Gabrielle Giffords, una demócrata partidaria de derechos de la mujer como el aborto, del derecho a una sanidad universal y, curiosamente también, partidaria de que todo usaniano pueda portar un arma.

Ya hace algunos meses que la nazi Sara Palin, en su desmesurada y peligrosa campaña, introdujo el nombre de la senadora demócrata dentro de una diana como una de las mayores enemigas a batir. Hasta ahora, los fascistas iban con la cara por delante. Pero se han vuelto peligrosos. Ahora, distorsionan los mercados. Ahogan a los pobres en la miseria y cuando tienen que acabar con los molestos, contratan o inducen a desequilibrados para que hagan el trabajo.

Tanta crispación en nuestro país, no puede ser buena. Y quiénes alimentan esa crispación, se consideran salvadores de la patria y nos dicen lo que debemos hacer, están llamando a los desequilibrados o a los más talibanes a que se tomen la justicia por su mano. Luego vendrán los lamentos y las excusas.