lunes, 14 de febrero de 2011

Oclocracia y otras hierbas.


Se acercan las elecciones municipales, y ya estamos en lo que los partidos llaman precampaña electoral pero que todos sabemos que simplemente es campaña.

Decía el sábado el petulante Ministro de Fomento que el partido no tiene porqué arrugarse ante nada y que, frente a la borrachera de encuestas del Partido Patrincar, ellos van a ganar. Y lo decía como si, en lugar de depender de la gente que vota, dependiera de ellos.

Por eso llevo un tiempo pensando que estamos en un país dónde los mercados están experimentando su maquiavélica estrategia. Cuando empezó todo esto de la crisis, Zapatero fue uno de los primeros en decir que había que cambiar las condiciones del capitalismo y que había que controlar más a los bancos para que no se volviera a dar esa situación. Dos años y poco después, no sólo se han olvidado todas esas premisas sino que, subterfugiamente nos han inculcado que la crisis es culpa de los trabajadores, de sus excesos y de sus salarios extraordinarios. Toda una mentira que no hemos sido capaces de rebatir. Y con esas premisas se han ido tomando las medidas que nos están haciendo más pobres y nos están dejando sin derechos. Primero fue la reforma laboral (misil en la línea de flotación de los derechos de los trabajadores), ahora ha sido la reforma de las clases pasivas (misil directo al timón y futuro de los trabajadores) y por si alguien no entendió el discurso de la hijaputa alemana se lo explico. Lo que la Merkel dijo con lo de vincular las subidas salariales a la productividad significa una bajada real de los salarios (misil directo al mando de la nave, es decir al poder adquisitivo).

Ya he contado alguna vez que, tenía un profesor de economía que decía que, en España no hay empresarios sino negociantes. Gente que se mete en eso de la empresa con el único fin de hacerse millonario lo antes posible. Con el tiempo me he dado cuenta que mi profesor no sólo llevaba razón sino que se quedó corto. El sábado, veía en “Informe Semanal” las condiciones laborales que se dan en Alemania. No sólo los salarios son inmensamente superiores (de 1000 euros para un licenciado con master en España a más de tres mil en Alemania). Me llamaba la atención una chica ingeniero en la BMW que, tras parir, pidió un año de excedencia y cuando volvió estuvo dos años más a media jornada. La empresa no sólo no le puso ningún reparo, sino que le ayudó a establecer el horario que mejor le permitiera a la madre el cuidado de sus hijos. Igualico que aquí en esta mierda de estado, dónde las mujeres son despedidas por quedarse embarazadas y dónde ni la propia administración respeta el plan concilia (la conciliación familiar).

Por eso estoy empezando a dudar de que el propio Zapatero y menos el P$%€ sean conscientes del daño que le están haciendo al país. Más bien parecen estar convencidos de que todo esto que están haciendo es de obligado cumplimiento para llevar a España hacia la modernidad. Lo mismo que hizo Isidoro con el tejido productivo, cerrando todas las empresas de la siderurgia española, los astilleros y de la industria pesada, también en nombre de la modernidad y de la que España aún no se ha recuperado.

Si diéramos por sentado que llevan razón, que todo es nombre de la modernidad de este país, ¿Por qué no intentan modernizar a los empresarios? ¿Por qué no intentan inculcarles que una empresa no sólo es el empresario y los obreros y unos contra otros? Una empresa es una especie de ser vivo en la que todo el mundo debe hacer su función en relación con el anterior y dejando todo en perfecto estado para el posterior. Los trabajadores no son muebles y tienen derecho, por ejemplo, a poder decidir sobre los gastos de la empresa. Si una empresa “putea” a sus empleados mientras que premia a sus directivos con “bonus” (porque son ellos los que toman esa decisión) los empleados, malamente remarán en la dirección correcta. Los trabajadores no son tontos y saben cuando su empresa está pasando apuros. Nadie con dos dedos de frente, querrá que su empresa se vaya al garete. Pero no se le puede apretar al trabajador mientras ve que sus Jefes supremos se mueven en coches de lujo que paga la empresa. Mientras ven que, a ellos se les baja el salario, pero a sus Jefes les dan millonarias recompensas por llevar a la entidad a la quiebra. Y quién debe inculcar esta modernidad es el Gobierno. Al igual que se prohíbe fumar por el bien de los no fumadores, se debe inculcar a los empresarios que la empresa, aunque sea de ellos por capital, es de todos por participación. Y si no se permitieran esos premios multimillonarios a los malos gestores, éstos no haría lo que hacen para irse a otra empresa ha hacer más de lo mismo.

Como decía el otro día mi admirado Alter K en casa Manolo Saco, estamos en una oclocracia, en la que los inútiles convertidos a políticos no para servir, sino para servirse, gobiernan a golpe de cacahuete y tertulia de bar con serrín. Dónde no se toma una medida si va contra los intereses electorales, salvo que éstas (las medidas) vengan exigidas por el dios mercado y sus altos directivos con sus “bunus” (Soros, Botines, y miembros del Biderberg en general).