miércoles, 2 de marzo de 2011

Una droga dura llamada INTERNET

Anteayer escuchaba en el programa de RNE “Asuntos Propios” que dirige Toni Garrido (un tipo aun más raro que su compinche el sueco), a Nicholas Carr, un escritor que es miembro del consejo editorial de la Enciclopedia Británica de asesores, está en la junta de dirección del proyecto del Foro Económico Mundial de computación en nube y que fue editor ejecutivo de la Harvard Business Review. Tiene una licenciatura en el Dartmouth College y una maestría en Inglés y Literatura de América y de idioma, de la Universidad de Harvard.

Todo esto que cuento tiene su importancia porque en la entrevista que escuché ayer, así como en las diferentes entrevistas concedidas a periódicos tan disparatadamente afines como el ABC o El País, este hombre alerta sobre los peligros de internet, sobre una supuesta capacidad de la red de erosionar “la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma". Advierte también que internet está sustituyendo el pensamiento “sesudo” de los llamados intelectuales y filósofos para convertirse en el panel de exposiciones de todos los tarados del mundo. Dice también que la red nos está convirtiendo en superficiales, porque él mismo ha experimentado la incapacidad actual para concentrarse en la lectura de un libro y que todo lo que leemos lo hacemos por encima y tan rápidamente que no somos capaces de enterarnos de lo leído.

Según iba escuchando la entrevista me iban viniendo a la cabeza imágenes de los telepredicadores americanos, de los agoreros que predican el fin del mundo como consecuencia de los males del alcohol y de las drogas, en cualquier calle de cualquier anónima ciudad norteamericana. De los ejércitos de salvación de cualquier película de Hollywood que pregonan a los cuatro vientos el arrepentimiento inmediato de los pecadores antes de la inmediata venida de un supuesto dios a la tierra.

No pongo en duda la capacidad de este hombre, que siendo quién es y habiendo estudiado en Harvard seguro que toda su opinión está basada en sesudos estudios sobre internet, la adición a la red y la cantidad de soplapollas que por aquí pululamos. Pero dice el dicho popular que todo es malo si se toma en exceso y en esto de la red, no va a ser menos. A lo mejor en los Astados Unidos hay tipos que se pasan tres días enteros sin levantarse de la silla y sin apagar el maldito cacharro este (que diría mi amigo Malatesta). Pero los internautas que yo conozco lo son (lo somos) a tiempo parcial y aunque es verdad, como en mi caso, que esto de escribir me lleva más tiempo del que quisiera, hacemos otras muchas cosas. Yo leo todos los días. Ahora mismo estoy con un libro de relatos cortos de mi también amigo Spanjaard, que para desesperación del tal Nicholas lo leo en formato digital en un e-book (como los otros veinte que he leído desde que me lo regalaron en las navidades del 2009). Y juro por dios (si existiera) que me entero perfectamente de lo que el gran Luis ha escrito. Y en cuanto a lo de los pensamientos de gente superflua, le recomiendo que lea los sesudos comentarios de mi también amigo La Repú en el blog de Don Manolo Saco, que son mucho más profundos, sinceros e instructivos que los de cualquier juntaletras de tres al cuarto por muchos libros que haya vendido. Y si le sobra tiempo, que se lea los diarios íntimos de Rouco escritos por Esteban Rosador o los comentarios siempre certeros del maestro Alter K (que se prodiga muy poco). Y si quiere ver gente sensible e implicada que hace muchas, muchas cosas, que pregunte por Antoñito. Y si quiere discutir sobre historia con una erudita, que pregunte por Patricia. Y lo más importante, todos estos amigos los conozco de Internet, quedamos de vez en cuando y nos juntamos a comer.

Evidentemente somos muchos los que no damos el nivel. Pero hay otros muchos que pasan la media y el ser listo o tonto, tener pensamientos superficiales o muy, muy profundos, estar o no enganchado a la red, al tabaco o al alcohol tiene más que ver con la sensibilidad y la personalidad de cada cual que con la informática, el vino o el hachís en sí mismos.