martes, 19 de mayo de 2009

Material de otra pasta.


Cuando uno se hace mayor, suele suceder que alguno de sus compañeros de instituto o universidad, llegue a lo que en mi pueblo se llamaba alguien importante.

Ahora que veo día sí, y día también a Octavio Granados en las noticias explicando eso de que la Caja común de la Seguridad Social no corre peligro, recuerdo la librería de sus padres en los bajos de la estación de autobuses de Burgos. Recuerdo las huelgas de estudiantes en el Instituto de Enseñanza Media “Diego Porcelos” (entonces se llamaba así), dónde Octavio era uno de los cabecillas. También recuerdo haber corrido delante de los grises en el puente San Pablo de Burgos. Eran tiempos de efervescencia hormonal, de primeros besos y de primeros cigarrillos. Octavio es un poco mayor que yo, según su biografía, cuatro años. Pero me acuerdo de él cuando yo hacía primero de BUP y él debía de estar en COU (o PREU) porque seguramente él será del plan antiguo. De lo que más me acuerdo es de sus mítines estudiantiles. No recuerdo de qué iban, pero si lo recuerdo subido encima de la valla que delimitaba el Diego Porcelos de la calle que daba a Aparejadores. Siempre pensé que llegaría lejos.

De la huelga de estudiantes de aquel año, no guardo buenos recuerdos. A un paletillo como yo, le asustaba aún el desafío a las autoridades. A un paletillo como yo, le asustaba que le detuvieran y perder la beca conseguida con gran esfuerzo. A un paletillo como yo, le llamaba mucho la atención que alguien se echase sobre sus hombros la revuelta estudiantil de una ciudad provinciana y de derechas de toda la vida. Un paletillo como yo, aún sueña con ser un tío importante. Ppero para eso hay que estar hecho de otra pasta. Una pasta por la que nunca en sentido predilección. Un paleto como yo, tiene principios irreconciliables con la política actual.

Nunca hemos estado tan cerca y tan lejos a la vez Octavio.