jueves, 22 de octubre de 2009

Confundir los Servicios Públicos con los negocios PRIVADOS

Mª Ángeles Jiménez, entre sollozos, ha comentado hoy a la prensa que después del atraco que ha sufrido la frutería de la calle Fuencarral, no sabe con qué fuerza moral le va a pedir a su marido todas la mañanas que vuelva a abrir la tienda. También ha comentado que es una vergüenza que la Ministra de Defensa les haya aconsejado que para evitar nuevos robos contraten una sistema de seguridad, una alarma y una persiana metálica para la puerta y que, dada la peligrosidad del barrio, además contraten un par de personas de seguridad , cuando en otros países son los militares los que custodian las tiendas.

No, no me he vuelto majara. Esta noticia no es cierta pero tampoco falsa. Porque la señora Mª Ángeles Jiménez es la esposa de uno de los pescadores del “Alakrana”, el atunero español secuestrado cerca de Somalia.
Entiendo que esta persona lo esté pasando mal, entiendo que quiera que su marido vuelva a casa cuanto antes, e incluso puedo entender que quiera que se page el rescate. El resto de declaraciones, como lo de que no entiende que el Ministerio de Fomento no envíe soldados en los barcos para su seguridad o que sea el gobierno quien pague las vallas eléctricas y la instalación de chorros de agua o el desprecio a la Ministra de Defensa, son propias de alguien obtuso al que la tele y la prensa le han sorbido la conciencia.
El “Alakrana”, al igual que el resto de PESQUEROS que faenan en Somalia (bueno más bien esquilman el mar) son NEGOCIOS privados y a nadie se le ocurriría pedir soldados para luchar contra los atracos en las joyerías de la calle Serrano de Madrid o en las floristerías de las Ramblas de Barcelona. Esta señora hace mal revolviendo su odio, su dolor y su impotencia contra el Gobierno. Debería usarlo contra el armador y el propietario o propietarios del barco. Esta buena mujer y el resto de familiares deberían presionar al armador, exigirle medidas de seguridad en el barco y exigirle que adopte las medidas necesarias para la seguridad e integridad de sus trabajadores. Volverse contra el Gobierno por negarse a facilitarles soldados para su seguridad es volverse contra quienes pagamos impuestos y que no estamos dispuestos a que se dediquen esos impuestos a la mejora de la seguridad de NEGOCIOS privados. El frutero que quiere ir a Mercamadrid a comprar fruta, no exige que el gobierno le ponga un camión del ejército para trasportar la fruta. El joyero de turno no exige al gobierno que los soldados españoles vigilen y le escolten mientras traslada sus joyas a una caja de seguridad. Todos pagan con sus dineros el coste de esas operaciones y el “Alakrana” y los demás barcos deberían costearse las medidas de seguridad que estimen oportunas. Y al igual que el frutero o el joyero cierra su negocio cuando los gastos superan los ingresos, los armadores estos barcos deberían sopesar si es rentable o no pescar en esa zona.