viernes, 20 de noviembre de 2009

Mil años en morirse y al final siguen los mismos


Hoy se cumplen treinta y cuatro años desde que el enano eunuco dejó este mundo en el que él, estando de paso, se dedicó a joderle la vida a los demás. En estos treinta y un años desde las primeras elecciones han cambiado mucho las cosas y en esencia no ha cambiado nada. Ahora puedo escribir este artículo sin la presión de ser detenido al día siguiente. Puedo votar a quienes van a dedicarse a engañarme durante cuatro años. Puedo reclamar justicia ante un tribunal de derechos. Puedo salir a la calle a manifestarme contra la iglesia. Puedo pertenecer a un partido político “rojo” sin que eso suponga ficha policial (o al menos eso es lo que me han asegurado). En fin que puedo hacer muchas cosas que antes no podía o tenía que hacer en la clandestinidad.
Sin embargo, en lo esencial, algunas otras cosas no han cambiado o han cambiado poco.
La historia reciente de España se parece a lo que en matemáticas se conoce como la campana de Gauss. Podemos definir una ascendente entre los años 1975 y 1985 en la que podríamos decir que nos comíamos el mundo. Tal eran las ansias por conseguir la libertad que, tras la muerte del dictador, salíamos a reclamar cualquier cosa. A partir de la llegada de González al Gobierno y tras el fiasco del Referéndum de la OTAN, empezamos una curva descendente que aún hoy se mantiene. Tras el engaño de la OTAN llegaron los casos de corrupción del gobierno socialista y la llegada a la oposición de otro enano insufrible. Este aprendió muy pronto (cuando era también oposición en Castilla y León) los principios de Goebbels y sobre todo el que dice que repetir las mentiras un millón de veces acaban calando en las pobres mentes de los ciudadanos quienes las convierten en verdad. Así, a base de calumnias y de mentiras consiguió el Gobierno. Y desde entonces no han parado. Tras su salida del mismo que nunca han asumido, levan más de seis años haciendo constante campaña electoral. Hasta tal punto que, a mi modo de ver, se han convertido en el padre gruñón que se considera mejor que sus hijos y a los que está todo el día machacándoles porque no hacen nada conforme a sus gustos. Y lo peor de todo es que el gobierno ZP, se ha convertido en el hijo acomplejado que tiene miedo a su padre y que procura complacerle para que no se enfade, sin saber que haga lo que haga, su padre se va a enfadar igual y le va a seguir maltratando.
Nada ha cambiado en el sistema judicial español, anclado en la dictadura más rancia (año 54). Siguen haciendo y deshaciendo a su parecer. Siguen tapándose unos a otros (corporativismo) y sobre todo, el poderoso sigue ganando juicios al débil y desvalido.
Sentencias como la de ayer en la que una señora no puede recuperar su casa que unos desgraciados ocuparon estando de vacaciones, porque según dice su señoría los Ocupas son más pobres que la señora, viene a confirmar que la justicia en este país está en manos de gente que se cree por encima del bien y del mal. Gente de otra casta que bastante hacen con bajar al limbo de los normales y dignarse a repartir sus sentencias.
Y hoy que salen a la calle los agricultores a reclamar “no se que”, pienso que justamente este país no ha cambiado nada. Los “listillos” siguen siendo “listos” y los jetas más jetas aún. Porque hay que tener cara para salir a la calle a reclamar mejoras cuando se están embolsando miles de millones de euros en subvenciones (a razón de 400 euros la hectárea). Millones que, en su mayor parte, han invertido en comprar todo terrenos y pisos en la capital. Salvo en sus viviendas rurales, no han invertido ni un puñetero euro en mejorar instalaciones y distribuciones de los alimentos. Pero eso si, por reclamar que no quede.
Así que, no se si es que hoy estoy especialmente negativo o que no soy capaz de ver lo positivo que ha sucedido en los últimos treinta años. O quizá sea que estoy hasta el cogote de que la extrema derecha se haya apoderado del proceso democrático español.
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