lunes, 23 de noviembre de 2009

Todos con Haidar


Este pasado verano, tuve la gran suerte de conocer a una niña saharaui que unos amigos traen a España todos los años. Es una niña tímida que mira con grandes ojos todo lo que le rodea. Es una niña despierta y lista con grandes ojos azabache llenos de soledad y de tristeza. El día que la conocí, había en el pueblo un gran revuelo y mucha gente. Hacíamos la comida de hermandad que todos los años reúne a quienes vimos la luz allí por primera vez y a quienes llegaron y gustaron de quedarse. Ella miraba con hambre de conocimiento. Sus ojos iban de aquí para allá a la velocidad del rayo. Estaba extasiada de ver tanta gente ayudándose unos a otros. Extasiada de ver las viandas que allí se mostraban. Extasiada de ver el derroche de agua y luz. Extasiada por el devenir de los acontecimientos. Pero una chispa de tristeza brillaba en sus pupilas. Tal vez (seguro) se acordaba de sus padres y hermanos. Tal vez pensaba que allí dónde ella malvive no les vendría mal un poco de lo que aquí nos sobra. Tal vez estuviera solicitando ayuda para un pueblo al que hemos maltratado. Un pueblo al que explotamos hasta que ya no quisimos más. Un pueblo al que vendimos como esclavos a Hassan II. Un pueblo que mantiene nuestra lengua como oro en paño y al que sólo sabemos apuñalar día tras día.
Ya se que Marruecos nos deja pescar en sus aguas. Ya se que las tensiones con este reino dictatorial, abre las puertas a la inmigración. Pero España no debería consentir que Marruecos machaque a quienes fueron súbditos suyos hasta su malversación. España debería aprovechar las buenas relaciones de las que presume con el gran Obama, para que de una vez por todas la ONU impulsara el referéndum de autodeterminación. Para que la ONU advierta a Marruecos que debe respetar los derechos humanos. Para que la ONU exija a Marruecos la salida de los territorios ilegalmente ocupados. Para que España pida perdón por vender un territorio a uno de los últimos reinos medievales que quedan sobre la faz de la tierra. Y sobre todo y más inminente para que Aminetu Haidar pueda regresar a su hogar en El Aiún. Si Haidar muere de hambre en el aeropuerto de Lanzarote, muchos no se lo perdonaremos a Zapatero. Hay prioridades y esta debe ser una de ellas. El monarca marroquí acostumbra a ser tirano y probablemente vaya a hacer bueno a su padre (quién a su vez mató a su padre para poder llegar al poder). Este monarca no debiera poder hacer lo que le venga en gana con la connivencia del estado español y de la ONU. Si un pueblo merece ya descansar en paz y en su propia tierra, ese es el saharaui. Y si un estado merece ser castigado por la comunidad internacional, aparte de Israel, no hay otro que cometa más agresiones a los derechos humanos que el del monarca Mohamed VI.

¡ Viva الجمهورية العربية الصحراوية الديمقراطية !
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