jueves, 26 de noviembre de 2009

¿Violencia?, ¡no, gracias!


Ayer se celebró el día contra el maltrato a la mujer. Oyendo el editorial de Iñaki Gabilondo en el noticiario de cuatro, parece que el maltrato a la mujer fuera algo especial, un virus que está en todos nosotros y que se activa por no se que razón. Y no, el maltrato a la mujer es consecuencia de la mala educación, de la tiranía y sobre todo de la estupidez de quién se cree superior y decide que para imponer su opinión es mejor hacerlo a palos. El maltrato a la mujer, por mucho que sea políticamente incorrecto, no es distinto al maltrato a tus hijos, padres o al vecino del quinto. Quién decide que el argumentario del momento es el palo, es porque no quiere dialogar ni negociar.
Está claro que quién le pone la mano encima a su mujer es porque no la quiere. Pero probablemente éste también le pondrá la mano (si puede) a todo aquel que le lleve la contraria o que no acceda a sus peticiones y gustos.
Yo aquí escribo “de oídas” porque no sólo no se me ocurriría atizarle a mi mujer, es que jamás se me ha pasado por la cabeza. La violencia sólo genera más violencia. Y los palos, jamás enseñan nada más que a tener miedo y terror.
Yo quiero que me quieran y que me respeten no que me tengan miedo. Yo discuto mucho (quizás más de lo necesario) pero jamás me he pegado con nadie (al menos desde que empecé a tener uso de razón).
Estoy de acuerdo con Gabilondo en que la violencia está dentro de todos nosotros, quizá como reminiscencia de cuando debíamos cazar nuestra comida y defender nuestro territorio como hacen la mayor parte de los machos de todas las especies. Pero si en algo somos racionales, debemos desterrar este anacronismo. Debemos educar a nuestros hijos en la tolerancia y en el respeto a los demás (en general), a los animales y a la naturaleza. Sólo así desterraremos la violencia y por supuesto la que ahora denominan machista y que yo digo que es violencia cobarde. El respeto es la única medicina contra los celos (causantes de la mayoría de los casos de violencia contra la mujer). Quién respeta a los demás, no tiene miedo de que le traicionen y quién no siente miedo no siente la necesidad de arremeter violentamente.
Ningún ser humano merece que le maltraten y la mujer no es más que otro ser humano con las mismas condiciones y derechos que el otro ser humano llamado hombre.
Una sola raza, un solo sexo y una sola especie.