martes, 9 de febrero de 2010

La tricofascista y la mentira de la crisis.


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Dicen en mi pueblo que las cosas claras y el chocolate espeso. Y aunque se que jamás un jamelgo como el Abad-capataz de los TDLC y hazmellorar hojalatero de essspaña se dignaría en leer a un pobre desgraciado como el que aquí escribe, dejemos las cosas claras sobre el presente económico de este país que está muy relacionado con el del resto del mundo mundial, pero que aquí además, se ha complicado con el estallido de la burbuja inmobiliaria (el famoso ladrillazo).

Para poder entender la actual situación mundial hay que remontarse a los primeros años ochenta del pasado siglo. Un mal actor y peor persona llegó a la presidencia del país de los Usanianos por el partido Republicano. Este ambicioso ser, mediocre como nuestro insufrible, que había sido miembro del partido demócrata, debió quedar muy obnubilado por un extremista llamado Barry Goldwater, quién se presentó para ocupar la casa blanca por su partido en 1964 y que perdió ante Lyndon B. Johnson nada más y nada menos que por 30 puntos (61% para Johnson y 38,5 para el facha). Y digo que debió quedar obnubilado porque el tal Goldwater abogó por la liberalización de los mercados, el paulatino descontrol de los estados sobre el capital y sobre todo parece que era amante de invasiones de estados enememigos y enemigo acérrimo de cualquier atisbo de gasto social por parte del estado de los usanianos.
Todo este rollo era para poner en antecedentes al lector sobre quién era el maestro del paupérrimo actor-presidente. Y con ese maestro no le costó mucho trabajo en sus ocho años de mandato acabar con los controles que hasta entonces tenía el estado usaniano sobre bancos, mercados y especuladores. Fueron las famosas Reaganomics las que produjeron la actual falta de control. Las medidas que Reagan preconizó (las reganomics) se basaban en tres principios: Desregularización de cualquier actividad económica, Reducción drástica del gasto público (salvo en defensa) y reducción de los impuestos sobre el capital.

En Europa, más o menos en la misma época llego al gobierno de Su Majestad una alcohólica revenida llamada Margaret Tacher (La Mano de Hierro). Esta tenía como máximas políticas dos fundamentales: Liberalismo económico y fanatismo religioso (como vemos dos cartas de presentación de matrícula de honor). Y se podría decir que la tercera era su adhesión incondicional a todo lo que hiciera el gran hermano usaniano.

Así durante los añorados años de la movida madrileña, el mundo mundial fue perdiendo cualquier tipo de control a los mercados. Esto hizo que los especuladores crecieran como la espuma y que cosas tan poco negociables como seguros sobre quiebras, opciones de compras de alimentos y de petróleo, hipotecas (incluídas las basura), derechos sobre acciones y sobre posibles ganancias, divisas (incluso creo que el sexo de los ángeles), se convirtieron en entelequias que comprar y vender y con las que ganar dinero.

Como muestra, un botón. En 1992 (el 16 de septiembre para más señas) un tal George Soros fue capaz de hacer quebrar el Banco de Inglaterra haciendo que éste tuviera que devaluar la libra. Esta operación especulativa le supuso al tal Soros unas ganacias en un sólo día de 1.000.000.000,00 de Dólares (mil millones de dólares en un sólo día).

En España, a ésta moda mundial de falta de controles, se unió el gobierno de la segunda legislatura del insufrible, presunto genocida, traidor y gastador de la botella. Pero como no se pudo liberalizar los mercados tanto como les hubiera gustado, liberalizaron el suelo para que los especuladores se metieran en los negocios inmobiliarios. A una subida del metro cuadrado exponencial desde 1986 (época del democristiano y liberal Isidoro) se unió una fiebre constructora que llevó a que dos millones de afiliados a la seguridad social fueran trabajadores de la construcción y que otro millón dependiera directamente de ésta y otro millón y medio más indirectamente (lo que nos dice que aún quedan medio millón de personas por quedarse sin trabajo). Cuando las hipotecas basura les estallaron en la cara a los bancos mundiales, estos le metieron una afilada aguja a la burbuja inmobiliaria que nos dejó noqueados (y que aún nos dura). Los millones de parados necesitaban cobrar el desempleo para que las revueltas sociales no acabaran con este cómodo sistema especulativo en la que el dinero lo ganan los de siempre y las crisis las pagan los asalariados. Y para pagar estos gastos sociales, el estado se ha tenido que endeudar a una velocidad de vértigo. Porque la subida de las listas de desempleados es directamente proporcional a la bajada de ingresos del estado (Por eso de que no paga más, quién más tiene, sino quién más consume)

Y esta es la situación actual de este país de especuladores llamado España. Dónde una zanahoria es capaz de multiplicar por 1.000 su precio desde que la sacan de la tierra hasta que se la come el ciudadano de turno. Dónde el más tonto hace botijos, puede haber sido presidente del gobierno y es incluso contratado por los grupos de presión para que con su hedor verborreico arremeta contra su país y les proporcione pingues ganancias.

Así que desde los añorados años ochenta no hay controles sobre los mercados. Todo se compra y se vende y sobre todo, se especula sin que nadie le ponga límites a tan salvaje comportamiento. Y si un sólo ser humano es capaz de hacer quebrar toda una moneda como la LIBRA, echarle la culpa a Zapatero de la mala situación económica del momento es como decir que Telemadrid es objetiva e independiente.

Salud y al pan, pan y al vino tocino.


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