jueves, 4 de febrero de 2010

Los vendores de humo, hablan mal del fuego

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Recuerdo cuando yo era pequeño y vivía en aquella españa profunda que eran los pueblos en los años sesenta, cuando llegaba al pueblo un perro vagabundo con más hambre que un niño etíope, costillas marcadas y piel estrecha. Entonces, siempre había quién tenía como entretenimiento apedrear y correr detrás del pobre bicho y profundizar la situación del animal, quién en lugar de recuperar, acababa aún mas marchito. Nunca vi ninguno que se revolviera contra aquel que le hacía daño. Más bien todo lo contrario. Como si el pobre, supiera que entre todos aquellos gamberros se escondía algún alma caritativa, siempre acababa volviendo por si caía algo de comida. Y algo siempre caía.

Ahoramismo España es ese perro maltrecho al que los trincofascistas, en lugar de darle de comer, la corren por las calles del mundo, apedreándola, maltratándola y esparciendo a los cuatro vientos que es un perro pulgoso lleno de hambre. España, como el perro, siempre vuelve al redil de los trincosos, por si cayera algo. Pero al contrario que mis paisanos con el perro, que lo que querían era divertirse a cargo del pulgoso, los trincofascistas pretenden quedarse con el perro una vez que este esté muerto, para repartir su piel y sus vísceras entre sus "amiguetes"

España es un perro flaco, sobre todo por mala prensa. Porque los trincofascios recorren el mundo voceando que tienen un perro casimuerto que nunca llegará a recuperarse. Así, cualquier posible adoptador sale corriendo despavorido en busca de otro bicho menos enfermo y con menos pulgas.

Han dicho tantas veces aquí y en el extranjero que este gobierno no hace nada, que los posibles inversores han salido corriendo (como hicieron ellos con Caja Castilla la Mancha). Pero no sólo eso. Es que le han ido contando lo mismo a los encargados de la perrera, que recomiendan que se le deje de dar de comer, que no se le den insecticidas y que se le quite el collar antiparásitos.

Claro que estos terroristas perrunos, se declaran amantes y defensores de los animales. Ellos ofrecen mejor comida y mejores cuidados que nadie. Y los de la perrera se lo creen. Y los que visitan la perrera cada cuatro años para darle de comer al perro, también se lo creen. No entienden que con ellos se acabará el perro. Que lo dejarán morir para quedarse con su cadáver.

Hay un chiste que circula por la red que ilustra muy bien la situación:


Van dos amigos al mercado y uno de ellos compra un caballo. Se lo lleva a casa y dos meses después coincide nuevamente con el amigo.
-¿Qué tal el caballo? le pregunta el amigo.
-¿El Caballo?, una joya. Lava, plancha, me hace la comida, me lleva los niños al cole y los cuida en el parque, y aún lo que da tiempo para entrenar y ganar carreras.
-¡Joer! le dice el amigo. Véndeme el caballo.
- Hombre, ¿cómo te voy a vender esa joya de caballo?
- ¡Venga hombre!. Lo encontraste por mi. Venga véndemelo.
- Bueno venga, te lo vendo si me das 300.000 euros.
El amigo le paga los trescientos mil euros y se lleva el caballo a casa. Un mes más tarde se encuentran de nuevo los dos amigos.
- ¿Qué tal el caballo?
-¿El Caballo? Menuda mierda. Me has timado. ni plancha, ni barre, ni colegio, ni parque ni na de na. Vaya puta mierda de equino. Además sólo como pienso caro, se caga en cualquier sitio, no corre ni patrás y está todo el día tumbado al sol.
- Y le dice el amigo, tú sigue hablando así del caballo que lo vas a vender por los cojones.



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