jueves, 13 de mayo de 2010

Desencantamiento

---

Llevaba desde ayer miércoles 12 de mayo intentando calmar mi ánimo y sobre todo mi razón y autosugestionándome y casi creyendo las explicaciones de los fieles seguidores de Zapatero de casa Don Manolo, cuando un jarro de agua fría ha venido a despertarme de esa asepsia general en la que me encontraba ya dándole las gracias a ZP por haberme rebajado el sueldo sólo un 5%, cuando dadas las malas circunstancias podía haber sido aun peor.

Me entero por la radio, que en Portugal han aumentado los impuestos a las rentas más altas (aparte de rebajar ta
mbién los salarios de los políticos). O sea, que si que había otra forma de reducir el déficit. Claro que en Portugal no tienen a un cantamañanas ansioso por llegar al gobierno en la oposición.

Ya había medio despertado de mi idilio zapateril cuando leo el magnífico post de Joaquim en el que explica claramente que recortar mi sueldo no va a servir para nada porque no se taponan las sangrías del estado. ¿De qué sirve que me bajen el sueldo si los trincofascistas de Murcia y Valencia ya han dicho que nanai de la china, si el Presidente Cántabro ha anunciado que cómo le quiten la inversión a Cantabria la va a montar y el Presidente de la Federación de Municipios y Provincias ha sentenciado que a quién más le deben quitar es a las Comunidades Autónomas porque para ello han recibido recientemente 11.000.000.000 injustificadamente?

España es un país muy basado en el "¿Qué hay de lo mío?" y aquí no suelta el agua ni dios (si existiera). A casi todo el mundo no funcionario le parece cojonudo que seamos nosotros los peores parados, no por nada, sino porque así se creen que ellos no saldrán perjudicados (¡pobres incautos!). Otros andan diciendo que es justo que nos bajen el sueldo porque tenemos el trabajo asegurado. ¡Qué se lo pregunten a los funcionarios de Los Barrios (Cádiz)! La envidia es el deporte nacional y mientras yo me escornaba doce horas diarias durante un año entero para preparar las oposiciones y aburría a mis amigos con pueblos, provincias y ferrocarriles, mientras tenía que echar a 16.000 contrincantes para obtener mi puesto, otros se dedicaban a la rosca-chapa y al tuvo de cobre, ganando 1000 y declarando 300. Ahora que ya no hay casi roscas y mucho menos chapas, quieren mi puesto, como si me lo hubieran regalado.

Como bien dice Joaquim, mi 5% sólo servirá para calmar a los siesos alemanes, al blanco Obama y a las hienas que acechan bajo el nombre del nuevo dios mercado. No servirán para subsanar el déficit porque en España, al igual que ha sucedido a lo largo de toda su historia, las sangrías están canalizadas y soldadas fuertemente al basamento. Con Felipe II no se ponía el sol en el imperio y la nación se desangraba en luchas inútiles para conservar lo que era imposible mantener. Ahora, cuan quijotes, tenemos tres millares de soldados tocando la flauta en Afganistán, Kosovo, Kirguizistán, Líbano y hasta en le Chad. Cada soldado cobra alrededor de 3000 euros mes. Imagino que suboficiales y oficiales pasarán de los 6000 euros. Según dice Joaquim, cada soldado nos cuesta 360.000 euros anuales. Es decir más de mil millones de euros anuales. Un 20% de lo que se pretende ahorrar. La Iglesia católica a la que sostenemos para que la mayor parte de sus pastores trabajen hora y media a la semana en un acto particular, consume otros mil millones de euros de los impuestos que todos pagamos. La educación concertada nos cuesta tres veces el importe de lo que nos costaría una educación pública de calidad. Y como ya he repetido hasta la saciedad ese 20% de economía sumergida que encima parte del pueblo la ve como necesaria e importante.

Así que una vez roto el encantamiento zapateril, al que me han sometido durante dos días algunos de los pesoistas de carnet que frecuentan casa
Manolo Saco, vuelvo a las andadas, más desencantado que nunca y enrabietado aunque no famélico de revancha. Muchos llevan siete años diciendo que ZP no tiene carisma. Pero algo debe de tener cuando, a pesar de todo lo malo, no puedo odiarle a muerte como en su día odié a González o como sigo odiando in secula seculorum al Insufrible gastador de la Botella.

Zapatero me ha defraudado. Pensé en él como el Príncipe Valiente y se ha quedado en Juan Sin Tierra.

***