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La reunión del G-20 me ha recordado a una jauría de Lobos y de perros salvajes. Los lobos no quieren dejar que los perros se lleven toda la pieza porque se quedarían sin nada pero tampoco se atreven a negarles parte del preciado botín por miedo a que se revelen y les masacren. Por su parte los perros admiran a los lobos y sólo quieren seguir su ejemplo como manada porque saben que tendrán buena comida aunque sea robando ganado y matando piezas inocentes.
Por otra parte, empieza ser peligroso para nuestro país la asistencia a esos corros de perros y lobos del sinsal del talante. Cada vez que se acerca al blanco-negro jefe de la tribu, nos viene con un nuevo recorte. Si las decisiones de bajar de salarios de funcionarios y la Reforma laboral se tomaron tras sendas reuniones con los jefes de la manada de lobos, ahora a fin de querer ser lobo, esta hiena que cree ser perro, amenaza con la reforma de las pensiones que no es otra cosa que subir la edad de jubilación, que el trabajador pague más y el empresario menos y todo con la falsa promesa del bienestar del futuro. Parece haber descubierto el discurso de los hermanos de manada de Bono: "sufrir en este mundo para alcanzar otro imaginario después de la muerte". Bien como decía, el sin sal ha traído de Canadá la palmadita en la espalda de los carroñeros de la manada y ha tomado la decisión de subirnos la edad de jubilación. Pero también ha traído otra idea que ha soltado de pasada pero que es tan peligrosa o más que las demás. El sinsal ha anunciado que el estado no puede pagar indefinidamente la ayuda a los parados de larga duración. Que traducido al idioma de los mortales no es otra cosa que condenar a los que no han tenido la suerte de encontrar currelo porque son viejos para trabajar pero jóvenes para jubilarse, a la mendicidad o a la delincuencia.
De nada sirve que cualquiera que tenga un poco de seso y nada que perder (es decir que sus ideas económicas no están secuestradas por la cartera, los bonos y las inversiones), considere que todos estos recortes traerán más recesión, más paro y peores condiciones laborales, más ricos (unos pocos) y muchos más pobres (el resto). De nada sirve que estas medidas pongan en pie de guerra a los más desfavorecidos que cuando no tengan que comer deberán salir a la calle. (O tal vez ese sea el objetivo: que la gente acabe levantándose en armas, para poder liquidar a unos cuantos millones y ya de paso salir de la recesión a base de lo que históricamente ha sido la salida natural a las recesiones).
La huelga general es importante y su seguimiento más. El voto útil ya no es un voto a un partido de derechas que dice ser obrero y socialista, sino a cualquiera de las otras opciones de izquierda o incluso a la abstención. Si los trincofascistas llegan al poder, será culpa única y exclusivamente de un anodino chiguagua que se cree pastor alemán, que ronda las manadas de lobos y que éstos lo utilizan como hiena de los recados.
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La reunión del G-20 me ha recordado a una jauría de Lobos y de perros salvajes. Los lobos no quieren dejar que los perros se lleven toda la pieza porque se quedarían sin nada pero tampoco se atreven a negarles parte del preciado botín por miedo a que se revelen y les masacren. Por su parte los perros admiran a los lobos y sólo quieren seguir su ejemplo como manada porque saben que tendrán buena comida aunque sea robando ganado y matando piezas inocentes.
Por otra parte, empieza ser peligroso para nuestro país la asistencia a esos corros de perros y lobos del sinsal del talante. Cada vez que se acerca al blanco-negro jefe de la tribu, nos viene con un nuevo recorte. Si las decisiones de bajar de salarios de funcionarios y la Reforma laboral se tomaron tras sendas reuniones con los jefes de la manada de lobos, ahora a fin de querer ser lobo, esta hiena que cree ser perro, amenaza con la reforma de las pensiones que no es otra cosa que subir la edad de jubilación, que el trabajador pague más y el empresario menos y todo con la falsa promesa del bienestar del futuro. Parece haber descubierto el discurso de los hermanos de manada de Bono: "sufrir en este mundo para alcanzar otro imaginario después de la muerte". Bien como decía, el sin sal ha traído de Canadá la palmadita en la espalda de los carroñeros de la manada y ha tomado la decisión de subirnos la edad de jubilación. Pero también ha traído otra idea que ha soltado de pasada pero que es tan peligrosa o más que las demás. El sinsal ha anunciado que el estado no puede pagar indefinidamente la ayuda a los parados de larga duración. Que traducido al idioma de los mortales no es otra cosa que condenar a los que no han tenido la suerte de encontrar currelo porque son viejos para trabajar pero jóvenes para jubilarse, a la mendicidad o a la delincuencia.
De nada sirve que cualquiera que tenga un poco de seso y nada que perder (es decir que sus ideas económicas no están secuestradas por la cartera, los bonos y las inversiones), considere que todos estos recortes traerán más recesión, más paro y peores condiciones laborales, más ricos (unos pocos) y muchos más pobres (el resto). De nada sirve que estas medidas pongan en pie de guerra a los más desfavorecidos que cuando no tengan que comer deberán salir a la calle. (O tal vez ese sea el objetivo: que la gente acabe levantándose en armas, para poder liquidar a unos cuantos millones y ya de paso salir de la recesión a base de lo que históricamente ha sido la salida natural a las recesiones).
La huelga general es importante y su seguimiento más. El voto útil ya no es un voto a un partido de derechas que dice ser obrero y socialista, sino a cualquiera de las otras opciones de izquierda o incluso a la abstención. Si los trincofascistas llegan al poder, será culpa única y exclusivamente de un anodino chiguagua que se cree pastor alemán, que ronda las manadas de lobos y que éstos lo utilizan como hiena de los recados.
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