Este fin de semana se han producido siete muertos en un trágico accidente de circulación en la provincia de Badajoz. Nada nuevo sino fuera porque uno de los vehículos implicados era de gran cilindrada y disparado por uno de esos jóvenes sin seso que les importan una mierda todos los demás conciudadanos, y el otro, por una familia, que quizá quiso madrugar para evitar los calores y que fueron asesinados vilmente. Cuando, en estos últimos años, Tráfico nos bombardea con esas duras campañas de tráfico, mucha gente (entre ellos uno que dice ser representante de conductores, un tal Mario Arnaldo, presidente de la AEA) pone el grito en el cielo indicando que no sirven para nada, salvo para “meter” el miedo en el cuerpo de los conductores y que más le valiera al Gobierno dedicar esos esfuerzos a la mejora de las carreteras.
No voy a entrar en el estado de esas carreteras que en muchos casos tienen un pavimento desastroso, que no se repara en años (ejemplos A-1 tramos 149-162 y 225-222 ambos en sentido Madrid), porque no es el caso de este accidente.
El caso de este asesinato vehicular, es uno de tantos en los que se ven implicados jóvenes descerebrados que se meten en un vehículo de gran cilindrada (y, cada día más habitual de alta gama) y que se creen, no ya los dueños de la carretera, sino los del mundo. Estúpidos niñatos que no se paran a pensar que, no sólo juegan con sus vidas y la de los que les acompañan en el coche, sino la de todos los que circulan a las mismas horas y en los mismos tramos que ellos. Si a esto le juntamos que, juntan coche, velocidad y alcohol o estupefacientes, nos encontramos en una ruleta rusa a la que los demás conductores jugamos sin ser conscientes y sin saberlo. No hay conciencia social sobre este problema y para demostrarlo no hay nada más que ver el entierro del asesino y sus acompañantes. Todo el pueblo reunido y pensando, no que los fallecidos habían sido asesinados por un patán, sino que podían haber sido cualquiera de sus hijos. No hay repulsa social contra esta gentuza. Y, al igual que en la violencia de género, mientras los causantes de estas masacres no sean vistos como apestados (antes de que sucedan, claro) no acabaremos con ellos.
Uno puede coger el coche y tener un descuido, dormirse, un fallo mecánico, etc. Pero cuando uno sale en segunda derrapando (para dejar constancia de su hombría y de su estupidez supina), cuando adelanta en raya continua, cuando toma curvas indicadas a 80 a más de 140, cuando adelanta en autovía en zig-zag, cuando pone el coche a más de 180 Km./h, es carne de cañón y lo que es peor, un asesino al acecho de todo el que tenga la mala suerte de cruzarse en su camino.
En la imagen, estado de los vehículos tras el accidente.
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