jueves, 9 de septiembre de 2010

La crisis como exterminio de la humanidad

La OCDE advierte de que el frenazo en la recuperación económica es más duro de lo previsto . También asegura que de seguir así, se debe posponer la reducción del déficit y emplear medidas adicionales.

Hace unos tres o cuatro años, circulaba una leyenda urbana que decía que la humanidad necesita periódicamente una guerra mundial a fin de evitar la sobrepoblación y el colapso del sistema capitalista. Una guerra, además de muertos, produce destrucción que luego hay que reconstruir. Luego vino la invasión de Irak, la destrucción del país y la reconstrucción (que aún no se ha producido por la oposición encontrada). Con esta invasión Estados Unidos pretendía quedarse con el petróleo del país y reanimar su economía a base de los contratos de las empresas de su país que reconstruirían lo destruido por las bombas.

Como lo de Irak no salió bien, cada día estoy más convencido que lo de la crisis fue provocada a propósito para librarse de los derechos de los trabajadores que provocan gastos innecesarios a los ojos de los insaciables golfos capitalistas. Como dice hoy el gran Vicenc Navarro en su artículo de público , los neoliberalesfascistas (el sólo dice neoliberales) de la mano del mediocre Reagan y de la alcohólica Tacher emprendieron una batalla económica que ha acabado desertizando la economía doméstica de los mortales. Estos rufianes, fueron los ejecutores de la sucesiva disminución de la presión fiscal a las rentas más poderosas para incrementarlas en las que no llegan a fin de mes. De tal forma que en poco más de treinta años, los ricos (el 1% de la población) han pasado de tener el 9% de la renta nacional usaniana a casi un 24%. La consecuencia es que antes, una familia de seis miembros podía salir adelante con un sólo sueldo y comprar una vivienda con el salario de 10 años. Hoy, no hay familia mileurista que soporte económicamente tener cuatro hijos, la mujer debe de aportar ingresos a la economía familiar (en eso, ellas y nosotros hemos salido ganando) y para comprar una vivienda, necesitas el salario de treinta años . La falta de consumo también es consecuencia de este sistema explotador dónde los ricos son cada día más ricos y los pobres más pobres. Porque, llega un momento en que, aunque el nivel de renta te lo permita, no puedes consumir más. Y además los productos que consumes sólo producen riqueza a los de tu élite económica. Sin embargo, los trabajadores consumen productos básicos como comida o productos de higiene y cacharros simples que necesitan mucha mano de obra como coches o aparatos eléctricos.

Y, parece que, los que provocaron la crisis, no tuvieron en cuenta las diferencias entre países ricos y pobres, entre el norte y el sur. Decía este verano el populista Ministro de Fomento que no descartaban subir los impuestos a niveles de Suecia o Finlandia. Pues bien, resulta que la diferencia entre la presión fiscal de los asalariados de Suecia y los de España sólo es de dos puntos, mientras que la de un empresario Sueco y un tratante español es de más de doce puntos. ¿Por qué? Porque en Suecia o Finlandia la gente suele ser educada y solidaria y los empresarios declaran salarios cinco veces superiores a los de sus trabajadores asalariados. En España, país pícaro por excelencia, los tratantes declaran salarios inferiores a sus asalariados, pero conducen coches de varios miles de euros y viven en casas cuyo valor está más cerca del millón de euros que de los 300.000 de un piso de un barrio normal. Como decía, parece que los de la crisis se pasaron de rosca. Y ahora se encuentran con que la recuperación no es tan rápida como habían pronosticado y que en el caso de países como España, Italia o Grecia (y los Astados Unidos) están teniendo problemas incluso para recuperarse porque los superricos se llevan la pasta a paraísos fiscales, que los políticos de turno prometen hacer desaparecer, pero que ahí siguen y cada día con más negocio.

Así que, dadas las circunstancias, la única solución sería subir la presión fiscal a los supermegaricos, luchar contra el fraude fiscal con medidas tan sencillas como solicitar a los que viven por encima de sus declaraciones que justifiquen de dónde salen los bienes, inversión pública para crear empleo y fomentar el consumo e impuesto sobre transacciones a las entidades bancarias.

Dudo mucho que ninguna de estas medidas se pongan en marcha y, aunque la huelga general es necesaria y por tanto hay que secundarla, el único recurso que nos queda es la calle.

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