jueves, 23 de septiembre de 2010

Hipocresía, política y toros embolados

Que los políticos no tienen vergüenza, que son cínicos, hipócritas y caraduras es algo que percibimos habitualmente. Por eso el barómetro del CIS de octubre de 2009 daba como resultado que el tercer problema de los españoles eran ellos.

Quizá por eso, ayer tarde, los que votaron a favor de la ilegalización de las corridas de toros en Cataluña (atendiendo a la mayoría del sentir catalán), fueron capaces del contrasentido ideológico, moral y de la razón, de “blindar” los correbous para intentar mitigar el castigo del votante menos catalanista y más españolista que reside en la zona del Ebro, dónde hace cuatro años les dieron un varapalo importante.
Me sorprende (aunque ya de los políticos casi nada es capaz de ello) que los diputados catalanes de Ezquerra intenten justificar lo injustificable argumentando que los correbous, y en el caso de la comarca del Ebro, el toro embolao, no es lo mismo que las corridas porque el toro ni sufre, ni muere. Por supuesto que no es lo mismo, es quizá peor. No se si correr delante de un toro es maltrato, no lo tengo muy claro, pero lo que si tengo clarísimo (y cualquiera) es que el toro embolao o toro de fuego es maltrato y del duro. Prender fuego a dos bolas encima de la cornamenta de un bicho asustado es cruel y digno de otro animal.

También tengo claro, cada día más, que CIU es capaz de todo con tal de recuperar el 4% perdido, porque la pela es la pela y que es capaz de vender su estrategia al mejor postor. Y en el caso de ayer, éstos eran los cientos de miles de votos de la comarca del Delta del Ebro. Y, cada día también tengo más claro, que ERC está dirigida por un grupo de estúpidos supinos que han tirado por la borda su cosecha de votos desencantados con el resto de la izquierda. Y todo por el ansia de protagonismo de mediocres personajes como la Rahola en su día, Carod más tarde, y Laporta ahora, que únicamente buscan lucimiento personal, poder para ejercerlo tiranamente y protagonismo autista.

Y para finalizar, simplemente proponer que, si según la teoría de ERC y de CIU, en el toro embolao éste no sufre porque no hay muerte, que en los distintos pueblos de Tarragona dónde se celebran estos macabros festejos, compren un casco de vikingo, le añadan dos grandes bolas de brea, se lo coloque a Duran i Lleida y a la tal Marta Cid en la cabeza, amarrado de forma que no puedan quitárselo, le prendan fuego a las bolas y les suelten en mitad de la plaza del pueblo que corresponda. Seguro que es más divertido que ponérselo a los toros, y como no es maltrato, no estaremos haciendo nada ilegal.

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