miércoles, 2 de febrero de 2011

Galicia conection


La corrupción, es el mal endémico de España. En este país, quién no defrauda a hacienda es porque no puede. Quién nunca ha pagado una factura sin IVA es porque no le han dejado y quién no “pilla” todo lo que sea gratis es por propia pereza.

Pero Galicia como bastión del Partido Patrincar es un caso especial. Por allí pululan los Baltar, Oubiña, Fraga o Balseiro como Pedro por su casa. No conozco mucho la idiosincrasia del pueblo gallego, aunque un amigo mío dice que la diseminación de la población en núcleos pequeños y muy diseminados tiene mucho que ver en la forma de ser y de votar de los gallegos.

No sé si puedo estar muy de acuerdo con eso, porque aparte de que en Coruña el alcalde era un tipo muy poco socialista, muy católico apostólico y romano y ferviente admirador y seguidor de la curia, en los pueblos donde el asunto del Prestige trajo muerte y destrucción y mucho paro forzoso, volvió a ganar el partido del trinque. Y una de dos, o no les importó una mierda toda la gestión que se hizo del asunto metiendo una vez más la zarpa hasta el cuello que llevó a que hubiera petróleo hasta “en la sopa” y dejando a miles de pescadores sin el sustento, o precisamente la gestión del accidente y la posterior marea de veneno que llegó a las costas y a la que muchos españoles contribuimos a quitar y los miles de euros que posteriormente fueron a parar a esos municipios fueron un premio para quién sembró la muerte en la zona y un engaño para quienes acudimos en su ayuda de buena fe.
Pero como en todos los sitios, en Galicia hay gente de buena y de mala fe, tontos, listos, mediolistos, hipócritas, cínicos, buenas personas y buena gente (las más). Y no se trata de escribir tópicos ni de destripar a un pueblo que realmente no conozco.

De este caso de corrupción me llaman dos cosas la atención: la primera que hay dos alcaldes del partido del trinque y otra de los democristianos del P$%€, lo que significa que, a la hora de trincar el porcentaje se mantiene. Y la segunda que el modus operandi de los tres ayuntamientos es el del manual del perfecto corrupto. Ese que parece que utilizan en todo el estado los alcaldes trincosos para llenar sus bolsillos y los de los amiguetes constructores y que ha llenado toda la costa de cemento y el interior de campos de golf con urbanización aledaña. Ese con el que se han escrito miles de folios en el caso de las correas, los jetas y los trajes.

Ahora, lo que más me ha llamado la atención porque es el síntoma de la enfermedad de este país y la explicación de porque hay diez millones de anormales que siguen votando a estos individuos a pesar de todo, es la de un paisano que al ser preguntado sobre el tema por un periodista dijo “Pues a mi me da igual. Lo que me importa es que este señor {el constructor} daba trabajo pal pueblou”.

Preocupante reflexión que demuestra que la ignorancia de creer que los mafiosos son los que crean puestos de trabajo, está extendida y que a algunos parece no importarles que les roben la cartera siempre que luego les echen limosna.
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Imagen: Forges