lunes, 21 de febrero de 2011

Rebelión no es revolución.


Parece que el constipado de Túnez o Egipto se está extendiendo al resto del Magreb y a otros países de de la Península Arábiga e incluso algunas noticias hablan de Irán.

No sé porqué, no sabría decir muy bien qué es lo que me lleva a esta conclusión, pero no me lo creo. No me creo que estas revueltas tengan sentido revolucionario y que realmente sirvan para cambiar algo como no sea el ocupante del sillón presidencial. Quizá sea que tanto en Túnez como en Egipto, un tiempo después, escaso, si, pero suficiente para haber visto algún atisbo de cambio, todo sigue igual. Los militares siguen mandando y si bien tanto Mubarak como Ben Alí han dejado su poltrona, no parece que para el pueblo haya cambiado nada en esencia.

Ayer, veía en la Tele a una universitaria marroquí decir que habían salido a la calle para cambiar las cosas, que sabían que el rey (ese sátrapa cabrón que ejerce de califa medieval) estaba con ellos y que quiere el cambio. Decía esta universitaria que no están contra el rey sino contra la situación. Si el asesino marroquí ejerce de rey absolutista, ¿quién es entonces el culpable de la falta de libertades en Marruecos? Es realmente asombroso como la población le pide al propio rey que controle la corrupción en las empresas que controla él y su familia, como si él no tuviera nada que ver en ello.

En Bahréin, parece que el Sultán tras la masacre, está dispuesto a la apertura. Es otro síntoma de que estas rebeliones no parecen tener el cariz necesario para que los cambios sean efectivos y sobre todo para que el pueblo mejore sus perspectivas de futuro.

Incluso en Libia, donde Gadafi ejerce de sátrapa consentido por toda Europa desde 1969, no parece que la rebelión sea una cosa seria. A pesar de que este cabrón consentido está reprimiendo las manifestaciones con fuego real, provocando ya cientos de muertos, personajes como Berlusconi dicen no querer molestar al Gadafi. El viernes escuchaba en RNE a un trabajador español residente en Trípoli, decir que la situación en la capital era “normal” y que no sólo no había habido ni una sola manifestación sino que la seguridad allí era la norma. Parece que hasta ahora, el jaleo se centra en Al-Beida y Bengasi.

Mi teoría es que, toda la zona es una olla a presión, dónde los condimentos de pobreza, religión y marginación están desarrollando tal cantidad de vapor que, los Astados Unidos, han decidido darle una válvula de escape para evitar que explosione. Esa válvula de escape consiste en hacer que la gente salga a la calle, pegue cuatro gritos, esté en un lugar carismáticos unos cuantos días hasta que el dictador de turno se vaya. Si de paso consigue que personajes colmo Gadafi, a quién hay que recordar como líder de una revolución popular y poco amigo del imperio, sea colgado, asesinado o simplemente expulsado del país, pues miel sobre hojuelas.

Doy por supuesto que los jóvenes que salen a la calle creen en lo que hacen. Que los que allí están se creen que están consiguiendo algo y que su lucha es una lucha real. Pero no se por que me da, que están siendo utilizados por el imperio. Y también creo que cualquier cambio mejorará un poco la situación, porque peor ya no se puede estar. Pero no creo que se alcancen, ni de lejos, los objetivos propuestos ni los que pretendemos los del otro lado de la valla.

Una revolución no puede tener “piedad” de quién provoca la miseria, la falta de libertad y los asesinatos de los opositores. Una revolución no puede ser considerada con quién está enviando al ejército o la policía a masacrar a los manifestantes. Una revolución no puede estar al servicio de quién ejerce la corrupción, el feudalismo y el genocidio. Una revolución, debe ser el final y el principio y no una continuación.

Recordemos que rebelión, no es revolución.