viernes, 18 de marzo de 2011

Alerta Nuclear. Cuento


Evilasio, se despertó sobresaltado. No sabía muy bien qué es lo que pasaba pero el tañido de las viejas campanas de la catedral le habían sacado de un sueño en el que una campana lejana, avisaba a los vecinos de Valdorros del fuego en un pajar de las afueras. Confundido entre el sonido de la campana del sueño y las reales de la vieja catedral que tañían sin parar, miró el reloj que iluminaba las tres y cuarto en la pared de la habitación. Algo muy gordo debía de pasar para que la gótica catedral de burgos echara sus campanas al vuelo a las tres de la madrugada.

Se asomó a la ventana. La lluvia arreciaba fuera. Poco a poco se fueron iluminando casi todas las ventanas del edificio que estaba en frente. Abrió la ventana y escuchó a lo lejos, otro sonido distinto, pero también de campanas. Parecía que eran las de San Nicolás de Bari, sita un poco más arriba que la catedral, aunque con tanta lluvia no podía distinguir nada. Incluso creyó distinguir otras más lejanas todavía que probablemente pertenecerían a la Iglesia de San Esteban situada un poco más lejos que la de San Nicolás. La lluvia le tocaba la cara en rachas húmedas y frías y cerró la ventana. Pensó que el Arlanzón se debía haber desbordado por esta maldita lluvia que llevaba quince días y sus quince noches sin dar tregua. Si quizá fuera eso, aunque ¿porqué tocar todas las campanas, si se podía evacuar a los pocos vecinos que vivían en los aledaños de la ribera?

Se fue a la cocina dispuesto a llenar un vaso de leche fría de la nevera que le ayudara a volver a conciliar el sueño. Aunque con el ruido de las campanas martilleándole en la cabeza, dormir se hacía una misión imposible. Puso la radio. Siempre tenía sintonizada Radio Arlanzón que daba música y noticias locales. Hacía tiempo que ya no escuchaba radio Castilla. Incluso los domingos, cuando el deporte salía cantado con sigilo del aparato de radio, mientras Evilasio preparaba la comida para toda la semana, se había pasado a la COPE y al programa de Pepe Domingo y el adivino de Paco González y ya no escuchaba el carrusel. Más de un lunes se había vuelto a despertar con sobresalto al llegar a la cocina y escuchar a un tipo que cargaba contra el anterior gobierno, aunque Zapatero hacía ya más de dos años que no estaba en la Moncloa. El domingo anterior había olvidado volver a sintonizar Radio Arlanzón y esa era la causa de su sobresalto. Le pareció raro que no se escuchara la radio. Estaba encendida pero o se había movido el dial o la emisora tenía problemas técnicos. Iba a empezar a mover el dial cuando una voz le sobresaltó de nuevo: “Aquí Radio Arlanzón. Atención, atención. La delegación del Gobierno ordena a toda la población que evacúen la ciudad. Repetimos. La Delegación del Gobierno ordena a todos los habitantes de Burgos que abandonen la ciudad. Diríjanse hacia el sur, hacia Madrid, hacia Valladolid o hacia León. No se dirijan ni hacia Vitoria, ni hacia Santander.” La radio volvió a guardar silencio. ¿Qué coño estaba pasando? Estaba claro que no podía ser el Arlanzón que la tarde anterior estaba al borde del paseo por el Espolón. Si fuera eso, no prohibirían ir hacia el norte. Tampoco podía ser un ataque terrorista puesto que hacía dos años que ETA había declarado su disolución. Recordó entonces, una noticia leída en un Blog la tarde anterior. “Garoña está a punto del Colapso” decía el bloguero Necbay, que se caracterizaba por dar noticias raras que nadie conocía.Buscó una maleta, metió cuatro cosas imprescindibles (dos calzoncillos, dos camisas, dos pantalones, unos calcetines, dos jerséis y una trenca), se vistió a toda prisa, cogió el coche y se dirigió hacia el sur. La salida de Burgos estaba colapsada. No había llegado ni al Landa cuando empezaron las primeras retenciones. Se metió hacia el Hipercor y bajó de nuevo a Burgos por las traseras del antiguo circuito de San Isidro. Se encaminó por la Carretera de Arcos que a esas horas empezaba ya a tener un tráfico intenso y se dirigió hacia Lerma por la comarcal BuP1007. A la altura de Villangómez giró a la izquierda para encaminarse hacia Valdorros por un camino comarcal que le llevaría de nuevo a la A-1 y si esta estaba atascada, iría por el camino aledaño hasta Madrigalejo, dónde volvería a la ruta primitiva.

Eran las cuatro y diez de la madrugada cuando llegó a Valdorros. Se dirigió a casa de sus vecinos de toda la vida. Adolfo era agricultor y al igual que a Evilasio y a todos los vecinos de la población les habían despertado las campanas de la iglesia. Evilasio, recogió a Adolfo y siguieron ruta. Por el camino Adolfo contó que en Internet se hablaba de que el Ebro se había desbordado y que había inundado toda la hoz de la Central de Garoña. El agua, había inundado e inutilizado el sistema de refrigeración de la Central hacía ya dos días. La temperatura del reactor había subido tanto que una explosión había dañado por completo todo el sistema de bombeo de agua. Por precaución y debido a lo que había sucedido en Fukushima hacía unos años, habían decidido evacuar a toda persona que estuviera a menos de 80 km de la Central. Eso Incluía ciudades como Burgos, Vitoria o Miranda de Ebro.

En la radio, no había noticias, salvo los mensajes de evacuación. Por fin a las seis, de la mañana y apenas pasado Aranda, por la congestión en la A-1, el Ministro del Interior del PP, comunicaba por radio que la situación estaba controlada y que sólo evacuaban por precaución.

Cinco días más tarde, la Central de Garoña era ya un mal sueño, el núcleo del reactor se había fundido, el cofre había sido destruido por el fuego y el exceso de temperatura y la radiación había llegado a Bilbao que, no había sido evacuada. Los que aún quedaban allí, empezaron a sufrir fuertes dolores de garganta. Otro tanto pasaba en Logroño. Medio país era zona de acceso restringido y Evilasio tardaría en volver a pisar la llanura castellana.