martes, 29 de marzo de 2011

El más tonto hace ... cocejales


Seguramente habréis oído que ayer era el último día para que los políticos de turno pudieran inaugurar las obras que pagamos entre todos, pero que parece que fueran financiadas por ellos y con su dinero, y por tanto lo venden como méritos a su favor. Esta prohibición, viene dada por la normativa de la Junta electoral Central en las que expresa la prohibición de inaugurar obras, pero también la de visitarlas. En la misma normativa se prohíbe que la prensa privada de información preferencial sobre mítines o publicidad de formaciones que no tuvieron representación en las anteriores elecciones, lo que hace casi imposible que nuevas formaciones aparezcan en la tele.

Este normativa, que viene dada por la aprobación en enero de la reforma de la Ley Electoral, es aparentemente (como siempre lo que cuenta es la apariencia) una buena reglamentación ya que, en teoría promueve la igualdad y prohíbe que la indecencia sea el leitmotiv de toda campaña electoral. Digo que todo esto es en apariencia, porque hecha la ley, hecha la trampa. Doña Rancia publicita con dinero de los madrileños servicios que malamente funcionan. Don Negro de la Gürtel hace lo mismo que Doña Rancia que para eso son del mismo estilo y color. Pero el caso más indignante (estamos en el mismo caso que ayer) es el del Ministerio de Fomento que promociona con dinero público la inauguración de estaciones de cercanías, mientras paraliza obras esenciales en aquellas provincias que dan por perdidas electoralmente (como Burgos, Soria o Teruel). Es indignante no por la propia campaña en sí, sino porque, Zapatero cuando nos engañaba con su falso talante que no era tal, sino mala hostia, decía que su gobierno jamás invertiría un solo euro en publicidad institucional. Y así fue hasta la llegada al Ministerio de ese ser populista, tendencioso y demagógico llamado Pepiño.

Este ímpetu inaugurador antes de la campaña, ha dejado estampas que solo se pueden dar en España. Ese país dónde los corruptos sacan mayorías absolutas, se mean en las puertas de las sedes de otras formaciones, y pagan millones de euros a arquitectos famosos por proyectos que nunca verán la luz. En esta vorágine de cortar cintas, gaiteros, música, políticos y periolistos afines, se ha inaugurado un aeropuerto sin aviones con la escusa de que así los ciudadanos de Castellón puedan coger el coche para ir a pasear a sus pistas. Un poco más arriba en el mapa, pero en la misma comunidad el rey del Congo que no paga sus trajes, hace un par de días inauguró una maqueta de un hospital (¿Sorperendidos?). Un hospital que lleva prometiendo siete años a los ciudadanos de la Vall de Uxó y que, de momento, tendrán que conformarse con que les cure la señorita Pepis. Y en Málaga, la ciudad de la maleducada diputada del partido del trinque, su alcalde lleva quince días como puta por rastrojo poniendo primeras piedras por aquí y por allá. Lo que más llama la atención es la inauguración de tres centros deportivos anclados en el tiempo pero resucitados justo ahora (Huelin, Segalerva y el centro de la ACB en El Palo), inundando después los barrios con DVD de promoción de los recintos en los que aparece una carta con su foto.

Todo ello, con tal de volver a salir electos, porque como ha demostrado el eurodiputado del trinque al periódico The Sunday Times, toda ley es susceptible de ser reformada por el bien de sus votantes y bajo el influjo de una promesa de un puestecillo en una consultora de a 100.000 el mes.

Y todavía hay anormales que salen con eso del “tu más”. Ya lo dice el refrán: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Y en España, otra cosa no, pero tontos por millones, y en lugar de relojes, hacen concejales o diputados pa que les roben.