Anteayer, la megapija de la muerte, periodista de TVE y directora de los Desayunos de TVE, Ana Pastor (ignoro si tiene algo que ver con la libegal del Partido Patrincar), se despachaba a gusto contra este personal en el programa de Toni Garrido, Asuntos Propios de RNE. Sus argumentos eran tan profundos como que la huelga perjudicaba a los que en Semana Santa querían volver a casa de vacaciones: (podcast [minuto 9:30 y siguientes]) “bueno, dessde luego yo creo que mucha gente de la que está aquí, seguramente es de fuera y viaja a casa en esas fechas, en Semana Santa no hay universidad, y seguramente, muchos de ellos van a viajar, claro (osea) aprovechar esos dias, jueves, viernes, sábado que es la vuelta y domingo de mucha gente, unhmm, uhmmm, no sé hasta que punto no es chantaje, lo vimos con los controladores…”. Como se ve, argumentos contundentes y respetuosos con el artículo 28.2 de la Constitución. Pues no, supermegapija del CEU, la huelga no es chantaje, la huelga es un paro legal y según la Constitución, el arma que tienen los trabajadores para reclamar sus derechos.
Y como ya no valen las chorradas demagógicas como la de los salarios (como en el caso de los controladores que son unos privilegiados, decían) porque aquí hay personas que se van a ir al paro y que ganan menos de mil euros (los maleteros de los handling, por ejemplo), pues argumentamos que la huelga perjudica al turismo, ¡fijate, con la que está cayendo y la crisis!, que perjudica a un alfarero de la provincia de Toledo que hace recuerdos para los turistas y que hoy (casualmente hoy) le han dicho que los pedidos que le iban a hacer para Semana Santa se han congelado, y a un muyayo de Canarias que tiene un negocio de algo y que iba a cerrar, pero que se lo pensó y que ahora con esto tendrá que cerrar y todos los que pensaban trabajar en el turismo porque “en Canarias sólo pueden vivir de eso, ya que tierra no hay, bueno si, tierra si hay, pero se vive del turismo”. Y al señor paleto de la ciudad de Sevilla, que opina que mejor la huelga la pongan otro día que no perjudique a nadie.
Estamos en un país de gilipollas, dónde la crisis se ha llevado por delante la decencia, la capacidad de pensamiento y de reflexión, y dónde lo de cada uno es más importante que los derechos civiles colectivos, aunque eso de cada uno consista en algo tan importantísimo o tan perjudicial como tener que viajar a Galicia en automóvil en lugar de en avión.