lunes, 11 de abril de 2011

Liberalismo, sangría y matasanos


El viernes hablaba de que el rescate de Portugal no es ni rescate, ni a Portugal, sino a todos aquellos bancos que invirtieron en deuda portuguesa y a los que se garantiza sus dividendos, mientras a los portugueses se las van a dar todas en el mismo sitio y con los pantalones sin bajar.

Este fin de semana, los islandeses le han vuelto a dar una patada en el trasero a los hijos de la Gran Bretaña, a los holandeses, a la Unión Europea, al FMI y a todos los Botines, Soros y Davos del mundo liberal. Los islandeses se han vuelto a negar a que de sus impuestos se paguen las deudas del banco Icesave filial del Landsbank que quebró tras Lehman Brothers. El conflicto viene de 2008 y no está nada claro, porque el gobierno islandés garantizó los depósitos dentro de su país pero no aquellos que se hicieran fuera de sus fronteras. Icesave era un banco que operaba a través de internet y en unos meses, tras ofrecer intereses de hasta el 6%, logró atraer millones de euros de ahorradores holandeses y de la Gran Bretaña. Con la quiebra, Islandia se desentendió de esos capitales, pero Reino Unido y Holanda acudieron a su salvaguardia y eso es lo que creó el conflicto porque más tarde estos países le reclamaron ese dinero al gobierno Islandés.

Tras la sabia y segunda negativa de los islandeses a que los bandoleros actúen con impunidad y con la connivencia de los gobiernos europeos, los gobiernos holandés y británico, han amenazado con acudir a los tribunales europeos a fin de que éstos dictaminen a su favor. Pero, tal y como están las cosas y los niveles de democracia REAL alcanzados en Islandia, dudo mucho que éstos acaten una sentencia desfavorable. Por eso, la Unión está presionando con no dejar entrar a este país en su organización. Y hay que recordar que Islandia ya dijo NO a la Unión hace algunos cuantos años.

Islandia es un país de apenas 350.000 habitantes pero es una espinilla en el culo de este liberalismo que nos está llevando hacia una nueva edad media, y con síntomas de convertirse en un gran furúnculo. El jueves, miles de chavales se manifestaban en Madrid, en contra de todas esas medidas liberales que la clasista ministra de Economía de España defiende con su poco espíritu pero con toda su maldad (que es mucha). Medidas que no sirven de nada a los ciudadanos y si de mucho a los especuladores y que ya ni siquiera disimulan con grandes palabras. Ya no disimulan siquiera al decir que el nivel de parados estará por encima de los tres millones y medio hasta 2017. Ya no disimulan siquiera al decir que el nivel de salarios seguirá descendiendo en los próximos lustros. Ya no disimulan felicitando a España por haber tomado todas las medidas que se hubieran tomado si nuestra economía hubiera sido intervenida. Es un logro este del acojone a todo un país (o a sus dirigentes). Por eso mientras lo invertido por los bancos españoles (que no nuestros) en Grecia o Irlanda era una miseria comparada con los quinientos mil millones que tienen invertidos en Portugal, entonces nos amenazaban y acosaban y ahora nuestro gobierno es capaz de colocar la deuda sin problemas.

Es importante que ese furúnculo siga creciendo, de forma que cuando explote toda la infección que lleva dentro, se lleve por delante a todos estos hijos de su mala madre. No podemos quedarnos impávidos viendo como el cáncer de la edad media nos jode la vida. Como decía ayer Isaac Rosa en su columna, nadie en su sano juicio acudiría a un médico que operara sin esterilizar sus instrumentos o que usara sangrías para curar todas las enfermedades. Por eso, debemos dejar de acudir a estos médicos caducos que recetan liberalismo como medio para salir de su propia red. Si no acudiríamos a un matasanos a que nos recetara un tónico a base de alcohol y hierbas para curarnos una apendicitis, no sé por qué acudimos a una menda clasista, prepotente y sibilina (esta señora cuando era Secretaria General de Comunicaciones ordenó el uso exclusivo de un ascensor no fuera que los carteros le pegaran algo), y cuyas recetas económicas están más caducas que una sangría contra el ácido úrico y que encima vienen dadas por quién nos está llevando a la pobreza y a un servilismo propio del siglo XV.