viernes, 10 de junio de 2011

Brutalidad policial


¿Es posible que los políticos del PP y PSOE estén nerviosos?

Ayer la policía, sin ningún tipo de provocación previa cargó a porrazos contra los ciudadanos DECENTES de Valencia que se manifestaban contra la fábrica de chorizos de les Corts y contra que los imputados por corrupción campen a sus anchas en las instituciones públicas. Que la carga fue totalmente gratuita y salvaje no lo digo yo que no estuve allí. Lo dice el diputado de Ciudadans, Juan Ponce, que se encontraba entre los manifestantes al otro lado de la valla. Según este diputado, un policía se introdujo entre los manifestantes a aporrear a una pobre mujer que pasaba por allí y que no entendía lo de la valla, cuando los manifestantes cerraron filas para ervitar que el policía golpeara a la señora, y sin mediar palabra, se liaron a mamporros a diestro y siniestro.

Este tipo de actuación se corresponde con alguna que otra que he podido vivir en mi propia piel. El modus operandi de los maderos es el siguiente. O meten un infiltrado que la líe (como en Barcelona o Madrid el 15-M), o buscan alguien que intente saltarse las normas que imponen o cuando ven que la protesta es poco numerosa y están en situación de ventaja, comienzan a pedir el carnet de identidad a quién ellos creen que son los cabecillas o a quién más guerra meta en la manifestación o concentración. Si consiguen los datos del carnet sin problemas, te encuentras que en unos cuantos días te llega una cartita certificada a tu domicilio con una multa entre 1.500 y 3.000 euros de multa por escándalo público y desacato a la autoridad. Si no consiguen tomar los datos porque los demás se lo impiden, sacan la porra a pasear y sin ningún tipo de miramiento.

En cualquier país democrático que se precie, los policías llevan cosido en el uniforme un número de identificación claro con el que los ciudadanos pueden denunciar atropellos, abusos de autoridad y otras “lindezas” de los que se piensan que como Fraga la calle es suya. Aquí, ni lo llevan, ni se te ocurra pedírselo a riesgo que te pase lo que denunciaba el ciudadano agredido por llamar bestia a un madero que pegaba patadas a otro indefenso ciudadano después de la manifestación del 15-M.

La generalización siempre es mala, pero si me llama la atención que los cuatro policías con los que he tenido trato fuera de la comisaría, en mi vida, los cuatro poseían un perfil bastante fascistoide. Los cuatro eran digamos “simpatizantes” del PP y los cuatro negaban que con Franco, la policía no respetara los derechos humanos. Los cuatro creían firmemente que los emigrantes vienen a delinquir y los cuatro hacían kárate (quizá o a lo peor, esa es la causa de todo lo demás). Pero si es cierto que en todas las manifestaciones en las que he participado la actitud de los antidisturbios es chulesca y nada dialogante. Recuerdo en una manifestación contrala Ley Postal como impedían el paso por la calle Preciados desde Callao a Sol por llevar una camiseta con símbolos dela CNT. Toda la gente pasaba menos los que llevaban esa camiseta. Y cuando uno entro en el C.I, compró otra de color rosa y se la puso encima, pasó sin dificultad. ¿Dónde quedó el derecho a la libre circulación?

España es, según la Constitución, “un país democrático social y de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Pero la verdad es que los antidisturbios se comportan como bestias, dan palos si ningún tipo de criterio ni disociación y tratan al ciudadano como delincuentes. Los políticos son en el siglo XXI, lo quela Nobleza rusa en los primeros años del siglo XX o lo que los cortesanos de Luis XVI. Y la monarquía ha perdido el miedo a su temporalidad y alegalidad y se enfrenta con la prensa que cuenta los chismes del Soberano o quiere tener un minuto de gloria intentando acallar las protestas de una ciudadana que no quiere ser súbdita y que reclama un referéndum para la instauración definitiva o no de la misma.

Debemos estar cada día más en la calle. Contra los abusos, manifestaciones pacíficas. Contra los palos, denuncias y contra la tiranía, movilización.