miércoles, 15 de junio de 2011

Carta pública a Doña Rancia


Mi denostada y odiada Doña Rancia, marquesa del Infierno y embajadora de Belcebú:



Sirvan estas letras para decirle lo orgulloso que estoy de que piense en nosotros como antidemócratas, ya que supongo que ese término significa algo que a usted no le gusta y por tanto, yo lo adoro por el simple hecho de ser lo contrario a lo que usted proclama. Ya sé que usted es experta en democracia ORGANICA, fundamentalista y demagógica. Supongo que es consecuencia de la constreñida educación del colegio de monjas al que acudió en su lejana juventud y de los estrechos consejos de su confesor. Nuestro movimiento, al contrario que su comportamiento, se basa en escuchar a todos los que tengan algo que decir y en votar todas y cada una de las propuestas. No tenemos líderes, ni representantes, ni nadie que valga más que los demás y que utilice nuestra confianza de forma torticera. Usted podrá dar lecciones de liderazgo, de engaños, de usurpar voluntades y pensamientos e incluso de haber sido elegida mediante el engaño (a sus electores) de dos diputados del partido contrario, pero de saber escuchar, de democracia directa y de voluntad popular es usted una advenediza.

Quiero explicarle que el movimiento 15 M no sólo respeta la democracia, sino que es democracia en estado más puro, y que nuestros gritos, es el clamor de quienes estamos en contra de las corruptelas, de los usos indebidos de los dineros públicos, de sus privatizaciones encubiertas y sin encubrir, de sus espías y de sus correas, de sus amigos empresarios que de la nada, ahora viven en la abundancia a base de contratar con su administración, de la “cesión” de parcelas cuyos dueños éramos todos nosotros y que usted ha regalado para “los negocios” de sus protegidos sin el más mínimo pavor, de su pretensión de darle a algún amiguete las partes alícuotas del Canal de Isabel II que no son suyas, ni mías, sino de todos nosotros y que por tanto usted no puede regalar sin nuestra autorización.

Proclama usted la austeridad en su discurso de investidura, pero a continuación nos ofrece la noticia de que nos va a enviar una factura por cada servicio sanitario que tengamos la desgracia de usar, para recordarnos su coste. Y una de dos, o se va inventar el coste del servicio sanitario (lo que no serviría de nada) o va a incurrir en un gasto innecesario para calcularlo (horas de trabajo, impresos, tóner, folios, gestión, contabilidad, etc.). Y total para, como el que no quiere la cosa, recordarnos que estos servicios cuestan dinero, como si fuéramos al médico como el que va al cine porque es gratis aunque no le guste la película, con la diferencia de que aquí, encima el servicio lo estamos pagando nosotros y no usted.

Usted representa lo que yo a título particular detesto: maldad, cara dura, tergiversación, manipulación y otra serie de cosas como el humo. Usted es lo que en mi niñez eran aquellos señores que micrófono en pecho vendían en las esquinas de mi ciudad un pelador sin filo, un peine sin púas o un cuchillo de hojalata como si fueran el último invento de la NASA. El último incendio del que no sale llama sino resquemor que produce mucho humo para engañar a sus “idiotas” es el de las listas desbloqueadas. Que nadie, salvo usted saben lo que son, pero que junto con el cambio de una única circunscripción por muchas, acabará con todo intento de regeneración política.

Usted se declara liberal convencida y por tanto, no le gusta el intervencionismo, sin embargo, interviene Telemadrid hasta convertirla en pura bazofia, en la cadena más sectaria del abanico televisivo madrileño, en la cadena que más desinforma y manipula, invirtiendo millones de euros de todos nosotros, por ejemplo, en retransmitir en directo una manifestación de sotanas, para lo que no duda en poner al alcance de sus deformadores helicópteros, unidades móviles y toda serie de instrumentos.

Por último, recordarla que la democracia no consiste en votar cada cuatro años ni en recoger esos votos para vender el Canal de Isabel II, para “regalar” parcelas públicas en las que se construirán colegios privados sostenidos con fondos públicos, ni para pagar con nuestro dinero hospitales privados, que no funcionan y que “asfixian” el presupuesto sanitario de Madrid. Y por supuesto, democracia no es obligar a profesar la religión que tú quieres, ni separar a los niños en los colegios, por sexo, religión o color, ni por inteligencia con la escusa de la excelencia. Mi democracia consiste en escuchar y ser tolerante. Ser llano, noble (pero no marquesa como usted, sino de espíritu), bueno, transigente y servicial. La suya consiste en la manipulación, la intransigencia, el hacer de su capa un sayo y de las los demás, un negocio, la demagogia, el cambalache y la crispación.

Por eso, quiera o no, seguirá oyendo nuestras voces, mientras siga habiendo motivos y usted sólo es eso, motivos.

Denostadamente, que Belcebú extinga su ser en el fuego eterno,


Celemín.